lunes, 27 de abril de 2015

Yacimiento arqueológico de La Alcudia - Elche

El yacimiento arqueológico de La Alcudia se encuentra a 3 km al Sur de la ciudad de Elche (Alicante), cerca del río Vinalopó. Su extensión actual es de aproximadamente 10 hectáreas en donde se han realizado diferentes trabajos de excavación a lo largo de los últimos siglos.

 Historia
Durante casi todo el siglo XX fue propiedad de la familia Ramos, que llevó a cabo los trabajos arqueológicos durante todo ese periodo. Su adquisición, en 1996, por parte de la Universidad de Alicante constituyó el inicio de una nueva fase, centrada en la valoración científica del yacimiento y de sus monumentos y en la potenciación de su riqueza cultural.

Excavaciones
Según los datos hallados la secuencia estratigráfica abarca desde finales de la Edad del Bronce hasta principios de la época islámica, aunque también se han hallado en las cercanías materiales neolíticos. El asentamiento alcanza su mayor apogeo en las épocas ibérica y romana. Posiblemente sería la principal ciudad de la región ibérica y en concreto de su parte meridional; su influencia llegaría al centro y sur de la provincia de Alicante y a zonas limítrofes de Albacete y Murcia. En las excavaciones realizadas hasta el momento se han encontrado, por debajo de los niveles romanos, otros ibéricos, siendo posible que la ciudad ibérica abarque la misma extensión que la romana. En este caso nos encontraríamos ante una ciudad ibérica de considerables dimensiones para lo habitual en la Comunidad Valenciana, aunque menor que las de otras áreas de la Península. Los materiales de los niveles ibéricos son de gran interés, especialmente la escultura monumental y la cerámica llamada Elche-Archena.

Hallazgos
De la época ibérica se han encontrado gran número de monumentos escultóricos, entre ellos la famosa Dama de Elche, busto femenino datado entre los siglos IV y V a.C.
A pocos metros de la Dama se halló, de forma casual, un fragmento de una escultura de un guerrero ibero, vestido con túnica corta y empuñando una falcata. Fue labrado en piedra caliza en el siglo IV a.C., y puede que formara parte de un conjunto escultórico de tipo heroon. Hoy en día se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid.

(Wikipedia)

Cueva de Daina - Romanyá de la Selva

La Cueva de Daina es un dólmen de granito de grandes dimensiones construido entre 2700 a.C. y 2200 a.C. Está ubicado en las afueras del núcleo urbano de Romanyá de la Selva en Gerona.

Historia
El conjunto fue descubierto en los años 1900 por el antiguo propietario de los terrenos, Pere Cama i Casa. En 1957, las excavaciones promovidas por Lluís Esteva Cruañas hallaron numerosos huesos, dientes, siete puntas de flecha de sílex, fragmentos de cuchillo, trozos de cerámica y cuentas de collar. En 1931, fue declarado Monumento Nacional.

Estructura
El recinto megalítico está protegido por un crómlech en forma de anillo externo de 11 metros de diámetro formado por grandes piedras de granito. El dolmen mide 7,60 m de largo por 1,70 m de ancho y 1,50 m de alto. La cámara funeraria, de forma rectangular, está separada de la galería por tres piezas que conforman la puerta de entrada.

(Wikipedia)

viernes, 24 de abril de 2015

Dólmen de Idopil

Este dolmen se encuentra en la frontera España-Francia, en el collado Orgambide (Idopil), a 910 m. de altura s.n.m.
Es un túmulo de unos 10 m. de diámetro por 0.70 de alto, de piedras, cubierto totalmente de hierba, sobre la que descansan algunas piedras sueltas. En el centro del mismo se encuentra la cámara, de dirección SE a NW, de forma rectangular, compuesta por cuatro losas. En el interior del túmulo, junto a la cabecera de la cámara, se encuentra un mojón indicador de la frontera.
Posiblemente el túmulo tuviera un cromlech del que se ven algunos testigos

Los arévacos

Los arévacos fueron un pueblo prerromano perteneciente a la familia de los celtíberos, situada entre el sistema Ibérico y el valle del Duero, lindando al oeste con los vacceos, establecida en el centro de la península ibérica en la actual España. Roma formó con los arévacos tropas auxiliares para su ejército imperial.

Historia
Los primeros datos que de los arévacos se conocen fueron suministrados por el historiador griego Estrabón, ya que en los datos anteriores, transmitidos por Polibio y Livio, simplemente se habla genéricamente de las tribus celtíberas, que adquirieron pronto gran importancia por sus guerras con Roma.

Los arévacos construían sus poblados sobre cerros para organizar una fácil defensa, rodeados de uno, dos y hasta tres recintos amurallados. Se sabe con certeza que habitaron en los lugares de Osma (Uxama o Argaela, según el autor griego Ptolomeo) y Sepúlveda.
Los aravacos, arevacos o arévacos (que de todas estas formas se les ha llamado) llevaban un nombre que era claramente celta. Se dedicaban a la agricultura y pertenecían a la más poderosa de todas las tribus celtíberas, extendiéndose sus poblados por casi toda la franja sur del Duero mesetario. Sus núcleos eran independientes entre ellos, cuantas eran las diferentes comarcas en que la misma estructura geográfica les dividía. Eran pueblos todavía groseros y rústicos, regidos por distintos régulos o caudillos, sin unidad entre sí y casi sin comunicaciones.
Cifraban su gloria en perecer en los combates y consideraban como afrentoso morir de enfermedad. Parece ser que este pueblo no enterraba a sus muertos, sino que quemaba los cuerpos, ya que en sus lugares de asentamiento se han encontrado necrópolis de incineración; sin embargo, para los que perecían en combate no consideraban digno el quemar sus restos, los cuales hacían descansar en cuevas, en fosas primero y posteriormente en urnas.
Adoraban al dios Lug, divinidad de origen celta, al cual festejaban en las noches de plenilunios, bailando en familia a las puertas de sus casas. También rendían culto a sus muertos y a un tal "Elman", o "Endovéllico", según atestiguan algunas inscripciones. Tenían por costumbre dejar sus iconos, o imágenes de los dioses, en cuevas situadas en abruptos peñascales –a veces se trataba de las mismas grutas donde descansaban sus antepasados–, y solían acudir a ellas en grupo, en días señalados para la ocasión. En estos lugares veneraban a sus divinidades y les solicitaban favores, dejándoles sus exvotos.
Su traje se componía de una ropilla negra u oscura, hecha de lana de sus ganados, a la que estaba unida una capucha o capuchón con la cual se cubrían la cabeza cuando no llevaban el casquete que estaba adornado con plumas o garzotas. Al cuello solían rodearse un collar. Una especie de pantalón ajustado completaba su sencillo uniforme.
En las guerras usaban espadas de dos filos, venablos y lanzas con botes de hierro, que endurecían dejándolos enmohecer en la tierra. Gastaban también un puñal rayado, y se alaba su habilidad en el arte de forjar las armas. Se presentaban a batalla en campo raso: interpolaban la infantería con la caballería, la cual en los terrenos ásperos y escabrosos echaba pie a tierra y se batía con la misma ventaja que la tropa ligera de infantería. El cuneas, u orden de batalla triangular de los arévacos, se hizo famoso entre los celtíberos y temible entre los guerreros de la antigüedad.
Las mujeres se empleaban también en ejercicios varoniles y ayudaban a los hombres en la guerra. Se veían obligados, para pelear, a dejar guardados sus cereales en silos o graneros subterráneos donde se conservaban bien los granos durante largo tiempo.
Sobre el año 200 a. C., el cartaginés Aníbal quiso mostrarse señor de Hispania antes de medir sus fuerzas con Roma, y a este fin, y al de ejercitar sus tropas e imponer obediencia y respeto entre los celtíberos, llevó sus armas al interior de la Península. Así se internó con dos expediciones consecutivas en tierra de los arévacos, talando los campos y rindiendo su capital, Numancia, a cuyos habitantes obligó a huir con sus mujeres e hijos a las vecinas sierras, de donde luego les permitió volver bajo palabra de que servirían a los cartagineses con lealtad.
Mas cuando cargado de despojos regresaba de estas expediciones a Cartagena (Cartago Nova), los naturales de la meseta reunidos en bastante número se atrevieron a acometerle a las orillas del río Tajo y aun le desordenaron la retaguardia y rescataron gran parte del botín. Triunfo que los antiguos hispanos pagaron caro al siguiente día, en que Aníbal les hizo ver bien a su costa cuán superiores eran las tropas disciplinadas y aguerridas a una multitud falta de organización, por briosa que fuese, que por lo visto lo eran en verdad.
Con la llegada de los romanos, Numancia, una de las ciudades arévacas, protagonizaría una resistencia heroica al invasor. Tras las campañas de Tiberio Graco en el 180 a. C. y la firma de unos tratados con los pueblos indígenas, entre ellos los arévacos, Hispania conocería un periodo de relativa calma. Pero esta calma no duraría siempre: en el 153 a. C. los segedanos -debido al incremento de su población- decidieron ampliar las murallas; acto que no sería bien visto por Roma, que rompería los acuerdos, comenzando así las denominadas Guerras Celtíberas. Los segedanos, que aún no tenían terminadas sus murallas, se refugiaron en Numancia. El cónsul Quinto Fulvio Nobilior fue enviado a Hispania para sofocar la rebelión.

Poblaciones arévacas
Se indican a continuación una serie de poblaciones arévacas, junto con su correspondencia geográfica actual:
Burgos - Kolounioukou (ceca), localizada en el cerro del Alto del Cuerno (Peñalba de Castro).
Sekobirikes (ceca), localizada en Pinilla Trasmonte, se acuñaron denarios, ases y semises a finales del siglo II a. C.
Soria - Numantia, a 7 km al norte de la ciudad de Soria, sobre el cerro de la Muela de la localidad de Garray.
Arekoratas (ceca), en Ágreda.
Usamus o Uxama (ceca), tuvo su asentamiento en el Cerro Castro, a muy escasa distancia de El Burgo de Osma.
Tiermes, situada en el término municipal de Montejo de Tiermes.
Guadalajara - Kaisesa (ceca), situada en Sigüenza.
Lutiakos (ceca), relacionada con Lutia (Luzaga).
La Rioja - Contrebia Leucade, a veces también Contrebia Leukade o Kontrebia Leukade. Su ubicación geográfica está al sureste de La Rioja, en el término municipal de Aguilar del Río Alhama, en el paraje conocido como Clunia.
Palencia - Pallantia, actual Palenzuela, se situaba en un escarpado cerro rodeada de murallas. Posee la más importante necrópolis prerromana de la provincia palentina.

lunes, 20 de abril de 2015

Poblado ibérico del Cerro de la Cruz - Almedinilla

El poblado ibérico del Cerro de la Cruz se ubica en el término municipal de Almedinilla (Provincia de Córdoba), en el área geográfica de la Sierra de las Subbéticas, que se continúan por territorio jiennense y granadino. Ocupa uno de los típicos anticlinales calizos que conforman la orografía de esta zona. El Cerro de la Cruz domina Almedinilla por el Suroeste, ofreciendo una ladera al norte de muy difícil acceso.
El yacimiento arqueológico ocupa una extensión de unos 50.000 metros cuadrados y, al menos, en superficie no conserva restos de murallas ni estructuras defensivas de la época ibérica. Se halla cubierto en su mayor parte de quercinias y retamas, si bien el olivar ha avanzado bastante por la ladera sur.
Las distintas campañas de excavación arqueológica, que fueron emprendidas sucesivamente por Maraver, Paris, Engel, Navascués, Santa-Olalla y Vaquerizo, han puesto de manifiesto que se trata de un poblado ibérico en ladera, dispuesto en terrazas escalonadas que han sido directamente excavadas en la roca, aprovechando su superficie.

miércoles, 15 de abril de 2015

Castro de Borrenes -

El castro de Borrenes  dispone de una impresionante muralla inacabada, ya que los romanos conquistaron la zona antes de su finalización.
Muy probablemente este castro nunca llegó a estar habitado. El pueblo que lo construía con estas grandes murallas y un foso, -posiblemente para defenderse de los romanos- fue trasladado a otra población más cercana a las minas de oro, para trabajar en ella como esclavos.

Contrebia Leukade - Aguilar de río Alhama

Contrebia Leukade fue una ciudad donde se asentaron hacia el 700-750 a. de C. los pelendones, quienes construyeron una fortificación aprovechando un escarpe rocoso sobre el río y edificaron casas excavadas en la roca con planta rectangular.
Más tarde, llegaron otras tribus celtíberas, los Arévacos, ampliaron el poblado y reforzaron los sistemas defensivos con un profundo foso excavado en la roca y una muralla que rodeaba la ciudad. Éstos se mantuvieron hasta la llegada de los romanos, que conquistaron la ciudad a comienzos del siglo II a. de C.


(ArteEspaña)

martes, 14 de abril de 2015

Cueva de la Pasiega - Puente Viesgo

La cueva de La Pasiega, situada en el municipio de Puente Viesgo, es una de las más importantes estaciones del Arte Paleolítico de Cantabria Está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008, dentro del sitio «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España».
Está localizada en pleno corazón de esta comunidad, en medio del valle del río Pas, cerca de la cueva de Hornos de la Peña y en el monte Castillo, el mismo que acoge las cuevas de Las Monedas, Las Chimeneas y la cueva de El Castillo. Las cuevas del Monte Castillo forman un conjunto asombrosamente completo, tanto desde el punto de vista de la cultura material de la Edad de Piedra, como desde el punto de vista artístico.
La Pasiega es, fundamentalmente, una enorme galería de hasta 120 metros de longitud (conocidos) que discurre de forma más o menos paralela a la ladera del monte saliendo a la superficie por seis lugares diferentes: seis pequeñas bocas, la mayoría obstruidas, de las que actualmente se han acomodado dos como entrada para las visitas. La galería principal es de unos 70 metros aproximadamente y se abre a galerías secundarias más profundas, sinuosas y laberínticas que, a veces, se ensanchan formando salas. De este modo, tenemos la «sala II-VIII», la sala de la «Galería B» o la «sala XI» de la «Galería C», todas ellas con decoración paleolítica. Las dos últimas contienen algunos de santuarios rupestres Los restos documentados se enmarcan principalmente en el Solutrense Superior y en el Magdaleniense Inferior, aunque también se encuentran objetos más antiguos.
En la totalidad de la cueva hay muestras parietales, encontrándose tanto pinturas en sí mismas, como grabados incisos. Destacan las representaciones de équidos, cérvidos (masculinos y femeninos) y bóvidos. Además, hay numerosos signos abstractos (ideomorfos).

(Wikipedia)

Necrópolis de Sieteiglesias - Lozoyuela

La necrópolis de Sieteiglesias (en el municipio de Lozoyuela-Navas-Sieteiglesias) está situada en torno a la Iglesia de San Pedro Apóstol, sobre un gran roquedal de granito, y forma parte del Plan de yacimientos visitables de la Comunidad de Madrid.
La necrópolis de Sieteiglesias es uno de los yacimientos más importantes de la región madrileña, ya que en ella se han encontrado restos de la Alta Edad Media que podrían corresponder a las repoblaciones que tuvieron lugar en la zona entre los siglos IX y XI.
 En la necrópolis se distinguen tumbas de dos tipos: tumbas antropomorfas excavadas en la roca y tumbas de cista. En las primeras, como su nombre indica, la fosa era excavada directamente en la roca, solían tener forma ovalada y fusiforme (de bañera), y en ocasiones reproducían la silueta del muerto. El segundo tipo, las tumbas de cista, consistía en la creación de una caja a partir de lajas de piedra clavadas verticalmente alrededor de la fosa, con otra laja más grande cerrando la tumba. De entre todas, destaca la conocida como Tumba de los Reyes, formada por dos sepulturas excavadas en una roca más pequeña y separada del resto

domingo, 12 de abril de 2015

Los berones

Los berones fueron un pueblo prerromano en las edades del Bronce y del Hierro de la península ibérica a los que las fuentes clásicas ubican entre los pueblos celtíberos resultado de la mezcla entre habitantes nativos con los individuos procedentes de la migración céltica.
Los límites geográficos de esta etnia son imprecisos, abarcando un gran territorio en la depresión del río Ebro desde la Sierra de Cantabria hasta el río Cidacos, ocupando parte de las actuales Álava, Burgos, La Rioja y Navarra. Ciudades importantes de este pueblo fueron Oliba o Lybia. Tritio Metallo, y Varia, ésta última su urbe principal, identificada con el yacimiento arqueológico de La Custodia en el término municipal de Viana en Navarra y cuyo castro defensivo pudo estar ubicado en el cercano Monte Cantabria. 
Posteriormente, en el antiguo territorio berón y junto al emplazamiento de Varia sería fundada la población romana de Vareia, de acuerdo a algunas hipótesis.
Fueron descritos por historiadores como Ptolomeo, Estrabón, Aulo Hircio o Tito Livio entre otros. Tito Livio los menciona en el relato de las Guerras Sertorianas del año 76 a. C. como enemigos de Sertorio y su ejército. Estrabón alude a su identidad explícitamente celtíbera, destacando especialmente su carácter céltico y Aulo Hircio, en su libro Bellum Alexandrinum pone de manifiesto la bravura y posterior fidelidad a Roma de los guerreros berones.
Desaparecen como pueblo en las fuentes clásicas el año 72 a. C. tras el fin de las guerras sertorianas, aunque algunas poblaciones mantienen durante cierto tiempo su cultura debido a una romanización tardía.

(Wikipedia)

sábado, 11 de abril de 2015

Dolmen de El Romeral - Antequera

Se encuentra en Antequera. Se trata de otro ejemplo de dolmen-sepulcro de corredor. Su característica principal es la utilización de la técnica de aproximación o falsa cúpula para las cubiertas de las dos cámaras sepulcrales que tiene.
Un largo corredor de acceso nos lleva a la primera cámara. En su fondo se abre un acceso para el paso a la segunda cámara, más pequeña, pero de iguales características. Estaba destinada a presentar las ofrendas. Destaca la gran losa del suelo, a modo de altar, bajo la cual se encontró parte del ajuar de este dolmen.
La novedad en el aspecto constructivo reside en la utilización del aparejo pequeño para realizar el corredor y la falsa bóveda, mientras que las grandes piedras se utilizan en la cubrición.

Ruinas ibéricas del Monte Mollet

Los orígenes cristianos del municipio hay que buscarlos en el Castell del Moró, teniendo noticias de su existencia ya en el año 1,100 d.C. Se trata de un poblado enclavado en el Tossal del Mollet, a unos 704 metros de altura. Este asentamiento fue excavado en 1977 por André Bazzana y Pierre Guichard, y resultó de interés debido a los trabajos llevados a cabo hacia 1795 por el ilustre naturalista valenciano José Antonio Cavanilles.
Los vestigios de poblamiento allí hallados se extienden en una superficie aproximada de 500 metros y ocupadas de una forma desigual. En el lado NE se observa los restos de una fortificación, mientras que el lado S corresponde a la zona que debió ocupar el poblado. Se trata de un verdadero e interesante complejo arqueológico tanto por su estratégica situación como por la facilidad con la que se diferencian cada una de sus partes más significativas: una villa, una acrópolis, y un castillo de forma rectangular cuya ocupación es constatable ya en los alrededores del siglo V y hasta el siglo IX.

miércoles, 8 de abril de 2015

En busca de la Piedra Rosetta ibera - Alcoy

La escritura ibera se  sigue resistiendo a los expertos. En los plomos del yacimiento de la Serreta de Alcoy se hallan muchas de sus claves.
El reciente hallazgo de una misteriosa vasija en la trastienda de un anticuario de El Campello, cuya antigüedad ha sido datada por los técnicos de la Dirección General de Patrimonio en torno al 250 a.C., ha vuelto de nuevo la mirada de los expertos hacia el yacimiento ibero de la Serreta de Alcoy, el más importante de la región.
Las excavaciones realizadas en este enclave a partir de 1917 permitieron avanzar en el conocimiento de esta civilización prehistórica, de la que se sabe mucho menos que de otras más antiguas, como la egipcia.
Situado a menos de 4 kilómetros de Alcoy, el yacimiento de la Serreta conserva restos de una antigua población fortificada en altura, con líneas de murallas y vestigios de lo que en su día fueron viviendas. Este punto arqueológico coincide además con uno de los santuarios más duraderos del sudeste peninsular. En la necrópolis -en la que también hay restos de un posterior asentamiento romano- se encontraron ochenta sepulturas, parte de ellas con urna y enseres, como las que los arqueólogos tienen la esperanza de encontrar tirando del hilo de la vasija incautada en diciembre.
A lo largo de sucesivas excavaciones han salido a la luz cientos de exvotos iberos de terracota -figurillas con forma de animales o personas que los gentiles ofrecían a los dioses-, pero el hallazgo más importante fueron seis láminas de plomo escritas en lenguaje ibérico, que actualmente se conservan en el Museo Arqueológico de Alcoy. Muchos historiadores y filólogos han tratado de descifrarlas con nulo éxito.
Se conocen tres tipos de escrituras paleohispánicas: la escritura del suroeste, la meridional y la ibérica levantina. Los plomos encontrados en la Serreta de Alcoi, los grafitos sobre cerámica procedentes de la Isleta de Campello y el plomo de El Cigarralejo muestran un lenguaje construido con alfabeto jónico -el mismo que utilizaron los griegos partiendo de escrituras de origen fenicio o chipriota-, pero con un sentido distinto e indescifrable por el momento.
Manuel Olcina, director técnico del MARQ de Alicante, apunta la posibilidad de que los plomos de la Serreta sean textos rituales o documentos comerciales. «Se ha concluido porque algunos signos parecen numerales, y en la cultura griega era muy habitual redactar ese tipo de documentos en plomo, por la necesidad de dejar constancia de acuerdos comerciales».

Sin equivalencias
Para que los plomos puedan traducirse a una lengua actual sería necesaria una inscripción bilingüe. «Lo más parecido que se ha encontrado es una cerámica en El Campello escrita en ibero y en griego, pero se trata de dos textos distintos, por lo que no se pueden establecer equivalencias», afirma Olcina. Para completar el puzle sería necesaria la aparición de una especie de Piedra Rosseta, como la que permitió traducir los jeroglíficos egipcios en el siglo XIX

lunes, 6 de abril de 2015

Petroglifos de Campo Lameiro

El Parque Lameiro está considerado uno de los conjuntos más importantes del arte rupestre al aire libre de Europa, y el mayor del noroeste peninsular. Hace cuatro mil años, fuesen quienes fuesen los habitantes de estas tierras, dedicaron parte de su tiempo a grabar sobre la dura piedra líneas, círculos o laberintos de significado incierto, pero también familiares serpientes, caballos y, sobre todo, ciervos. Estos dibujos representan escenas de comienzos del otoño y su mano reveló un profundo conocimiento de su comportamiento: manadas, ciervos que braman en su época de celo, que copulan, que luchan. Un frondoso bosque de más de cuatro mil años de antigüedad sobre un material aparentemente inerte al que se da vida.
Los petroglifos del Parque Arqueológico pueden contemplarse a través de un sendero señalizado de aproximadamente cuatro kilómetros de longitud que recorre las losas más significativas. Entre ellos destacan tres: la Laxe da Forneiriña, la Laxe dos Carballos (losa de los robles, con un gran ciervo presidiéndola) y el Outeiro dos Cogoludos I, con numerosos laberintos sobre su superficie. Pero a lo largo de las 21,8 hectáreas de extensión del recinto se descubren hasta cien rocas con grabados rupestres. Todo ello en medio de una pradera natural salpicada por pequeños bosques de pinos, sauces y robles.

Menhir de Canto Hito - Revilla de Pomar

Se localiza en el Páramo de Lora a 1,5 Km. de la boca de la Cueva de los Franceses, en dirección Este y a una altitud de 1.175 m.
Es un monolito de piedra caliza de gran altura 3,25 m. de sección rectangular, con una anchura máxima de 80 cm., y que se encuentra inclinado en dirección al Este. El presente monumento megalítico se encuentra rodeado por pequeñas piedras que forman un circulo cerrado en cuyo centro está el monolito. Este circulo es visible sólo a una cierta distancia, por estar muy cubierto de la vegetación propia del páramo.
Según los trabajos de D. José Luis Uríbarri Angulo "El fenómeno megalítico Burgalés ", las construcciones megalíticas parten del Sur-Oeste, penetrando por las cuencas del Tajo y Duero hacia Burgos y Vascongadas, llegando al noreste de la provincia. Este fenómeno es, exclusivamente, un aspecto religioso, y dentro de ello de carácter funerario, formando parte de una cultura nueva que irrumpe en la Prehistoria pudiéndola datar cronológicamente del tercer o segundo milenio antes de nuestra era. Este tipo de construcciones era característico de pueblos que comparten la agricultura y la ganadería 
Las ultimas investigaciones realizadas por el arqueólogo Miguel Ángel Moreno, de la Universidad de Burgos, habla sobre una fila de menhires, de 100 kilómetros de longitud, la cual pudo marcar una ruta para los ganaderos trashumantes, hace unos 4.000 años.
"La alineación atraviesa zonas de ocupación ganadera más que agrícola, y un caminante podía seguirla, cruzando valles y montañas, sin mojarse los pies", explica.
Medio centenar de megalitos alineados conectan la cuenca del río Duero con la montaña cántabra.
Moreno, acompañado del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Germán Delibes, ha comenzado un largo y complejo proceso de datación de los menhires para corroborar su hipótesis. Estos monumentos son elementos mudos desde el punto de vista arqueológico, pero los arqueólogos necesitan comprobar que los 50 monolitos son coetáneos para confirmar su teoría de la alineación.

sábado, 4 de abril de 2015

Cultura de los Millares

El poblado de Los Millares da nombre a una de las principales culturas de la Edad del Cobre en España, la cual se extendió por toda Andalucía Oriental y Levante. Fue una de las primeras culturas en nuestro país en construir recintos amurallados, necrópolis con monumentos megalíticos y en trabajar el cobre.
Los Millares está situado precisamente en las cercanías de las minas de cobre de la sierra de Gádor. Esta ventaja, sumada a su emplazamiento estratégico sobre una colina, lo convirtieron en un gran poblado para los estándares de la época: estuvo habitado durante casi mil años (desde cerca del 3100 a. C. hasta los alrededores del 2200 a. C.), ocupaba cerca de 5 hectáreas (sin contar con la necrópolis, que abarca otras 2 hectáreas) y llegó a los mil quinientos habitantes.
Entre los restos que se han encontrado, y que pueden visitarse, hay fortificaciones, talleres metalúrgicos para el trabajo del cobre y tumbas que ya muestran signos de estratificación social (las tumbas más complejas y en las que se han encontrado los objetos de mayor riqueza se encontraban cerca de la muralla de la ciudad). Además, se han hallado espléndidas muestras de cerámica y objetos de metal del periodo, que pueden verse en museos como el Arqueológico Nacional de Madrid.
Muy cerca, además (en la localidad de Antas) se halla el yacimiento del Argar, perteneciente a una cultura de la Edad del Bronce que se considera la sucesora de la de Los Millares.

(ABC Viajar)
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Estelas Cántabras - Buelna, Piélagos

El testimonio más importante de los pueblos cántabros de la Edad del Hierro son, sin ningún lugar a dudas, las estelas gigantes discoideas encontradas principalmente en Lombera y Barros ( Buelna ) y Zurita ( Piélagos ). Tienen más de metro y medio de diámetro y los motivos con los que se hayan decoradas parecen ser representaciones solares con base céltica. Su cronología viene establecida en los siglos anteriores a la romanización.
En Barros pueden verse sus famosa estelas, colocadas junto a la ermita de la Rueda, que está al borde mismo de la carretera. Se trata de una pieza circular y el espigón de base para su colocación vertical. Sus dimensiones son de 1’70 m. de diámetro y 0’32 m. de espesor.
Es de arenisca de fácil labra y lleva una franja exterior con formas asemejadas a rayos. En el mismo lugar pueden verse los fragmentos recompuestos de otra estela semejante.

Las otras estelas cántabras se conservan en el Museo Regional de Prehistoria: las dos de Lombera y la de Zurita, que lleva decoración iconográfica: En una de sus caras observamos como un buitre se abalanza sobre un guerrero caído. Al parecer los cántabros practicaban la cremación con los difuntos, excepto con los que morían en el campo de batalla, porque creían que si los dejaban yaciendo allí los buitres abrirían sus entrañas para transportar las almas hasta el cielo.
Se han encontrado fragmentos de otras estelas, como la tercera de Lombera, pero probablemente el más conocido y mejor conservado es el de la Estela de San Vicente de Toranzo. En una de sus caras aparecería representado un guerrero a caballo. Esperemos se encuentren más vestigios para seguir ampliando el conocimiento del pueblo cántabro.